Parece mentira, que la mota mas simple pueda estropear la perfeccion de la limpieza de un cristal, o también, que un pelo flotando en un cocido pueda arruinar su delicadeza, todo su proceso, las horas de germinación, la plantación y el crecimiento de las semillas.Asi, la lista es larga, un manchurrón mal puesto le roba protagonismo a una buena caligrafía, un tropezon basta para perder una carrera, y eso después de aprender a escribir, de morirse entrenando a atletismo, de llegar a ser un chef de categoría, una gran ama de casa, el ilustre señor Don Limpio…
Y esas pequeñas motas, baches, caidas,manchurrones, quedan en la memoria insistiendo en repetirse, quieren llegar a convertirse en costumbre, esta claro, que buscan su sitio, una vez han hecho su entrada triunfal, gozando de la atención de todos, siendo el punto de mira de tantos ojos expectantes, esperando un cocido, o pronosticando el ganador de las olimpiadas… Llegan, sin merito alguno, y cobran mas importancia que todo el pasado que todo el presente, llegan ,sin hacer nada mas que presenciarse, para cambiarlo todo.
Y su dueño, por ponerle un nombre, sufre un proceso de metamorfosis…
Las horas que la preocupación le roba al sueño le sirven para concienciarse, ya no es un buen cocinero, ni un ganador de carreras, ya no es nadie…porque ha fallado.
Siempre estará en la memoria de todos, y es inútil olvidar algo asi, por norma general, se generalizan los fallos, incluso te lo comentan, te lo repiten, por si no hablara suficiente tu conciencia, te marca, te define, se convierte en ti, te roba el alma, tu eres el fallo.
Y asi el fallo , destripando tu historia ,tus meritos, se hace tu compañero, solo te queda de consuelo la resignación, los mantras mal hechos, todos tenemos fallos, es algo intrínseco, puedes interpretarlo como casi incorregible, se muere la utopía, el mundo perfecto, los sueños, las ilusiones,
Y como ese nuevo ser lleno de fallos (naturales) que somos, empezamos a dejarles entrar en nuestra vida, por una puerta grande, para que entren de cinco en cinco, la resignación se opone a este ejercicio que nos castiga, sin llegar a complacernos, sin llegar a convencernos, nos mentimos.
Y si todo hubiera sido un sueño? Una anécdota, un numero? UNO…
Es culpa del cuento de la lechera, maldita tendencia de seguir contando, quien quiere uno quiere mas, y no quedarse en uno, y la insistencia de los fallos en convertirse en patrones, en costumbres.. que tragedia:…. Por costumbre el hombre es un animal… de costumbres…
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