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lunes, 8 de octubre de 2012

Se coge un huevo, y se estrella con delicadeza sobre una esquina de marmol. No le dejes derramar. Al sobrevolar la superficie brillante y calida de la sarten lo abres, y dejas que se deslice sin precipitarse de manera violenta. una vez ahi, lo veras transformarse, empiezas a ver sus transparencias opacamente, blanquecinas, sus naranjeces tambien se vuelven claras, y si no te despistas con estos trucos de prestidigitador y te mantienes concentrado en tu quehacer, lo quitaras del fuego a tiempo, y te lo podrás comer. Te sientas en una mesa, suspiras y miras hacia los lados. Te pones delante el plato, tambien hay en la mesa una maceta, la planta tiene unas hojas largas que t hacen cosquillas o te pinchan, aleatoriamente. Si giras un poco la cabeza tienes una ventana que da a una calle principal, a estas horas saldrá la gente a comprar el pan, a la confiteria que tienes abajo. Unas mujeres mayores pasan, excesivamente vestidas para el soleado dia de otoño, unas niñas pasan demasiado desnudas, porque aún asi corre un aire muy fresco. Pasan algunos coches refrescando el ambiente con sus musicas gitaneras. Saludan por la ventana donde apoyan el brazo que tienen tatuado. Llevan remangada la camiseta, y nos parece vislumbrar en su sonrisa algun reflejo dorado que no pretenden esconder. Tu estas ahi, con desgana, viendo tristemente como se enfria el huevo, bajo una mano, el templado tacto de un pan recien hecho, sus aromas trepan por tu nariz hasta el campanario de tu garganta, y te provoca una nausea inesperada. Ah! Otra vez te pasan estas cosas. Y de abajo tambien llegan, el olor del pepperoni de la pizzeria, el choricito a la sidra y les fabes, o los callos, que vuelven a estar en los menús... (Cansé. No me entra ni el café ni el pinchito...ni el salami :P (El salami ni verlo))

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